Por ✍????: José Ignacio Caballero, Especialista en Seguridad Física (@menteprotectiva)

Fernando, un operador de sala de control, se encuentra como de costumbre monitoreando las cámaras de seguridad en la organización donde trabaja desde hace más de 10 años. Su experiencia en detección de amenazas le ha hecho desarrollar una habilidad casi intuitiva; no demora en reportar un evento o situación anómala en las instalaciones que vigila.

Un día, el sistema de videovigilancia evolucionó y su herramienta de trabajo se convirtió en un equipo mucho más eficiente; su capacidad de análisis e identificación de riesgos le permitió a Fernando obtener mejores datos e imágenes de mayor fiabilidad gracias a la tecnología IP del sistema de cctv.

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Este es tan solo un pequeño ejemplo o caso de como la seguridad electrónica sirve de gran apoyo a la labor de los guardias de seguridad física para prevenir pérdidas y proteger activos.

La tecnología en sí, sin un recurso humano debidamente capacitado en el uso de estos equipos, de una inversión prometedora pasa a ser un simple gasto accesorio como muchos otros que se pierden, debido a la mala planificación y gerencia estratégica.

La experticia sigue siendo un elemento muy importante para el éxito de cualquier oficio, arte o actividad. El personal de seguridad es la mejor muestra. Ante los nuevos escenarios, la pandemia, las bajas del mercado financiero, los embates de la naturaleza y mal manejo de las políticas públicas, hacen que la seguridad también reciba un duro impacto como segmento o campo de acción, dejando a muchos profesionales del área sumergidos en una especie de apoplejía técnico-científica.

La evolución tecnológica es un hecho más que evidente y no tendrá vuelta atrás. Los riesgos ya no son aquellos que podíamos fácilmente identificar, medir y, por qué no, hasta estimar con un mínimo margen de error. Ahora estos análisis requieren de mucha recopilación de datos y en un tiempo cada vez más rápido.

La velocidad en las comunicaciones para la transmisión de datos, los sistemas de almacenamientos seguros de estos y la compleja tarea de elaborar planes y diseños de seguridad, en todos los ambientes o entornos, nos exige una mayor capacidad de estudio permanente para reducir y/o neutralizar toda clase de amenazas y consecuencias disruptivas de concretarse o materializarse el riesgo que cada de una de ellas supone o representa.

¿Qué es lo que sigue entonces?

Liderar. No confundir liderazgo con la labor gerencial. El liderazgo no es solo vertical, es tanto transversal u horizontal como lo demande aquellas organizaciones abiertas a los procesos de cambio y adecuación a economías que, repito, requieren operadores ágiles en cada unidad de trabajo o negocio.

En el caso de la seguridad física, que es mi especialidad, el factor humano es la palanca intrínseca de estos eslabonados métodos de ideas y propuestas de soluciones múltiples e integrales, que nos permita crear, innovar y aprovechar las oportunidades de mejora, de una forma estratégica en lo social y económico.

Hay que seguir apostando al desarrollo, lo cual es, a mi modo de ver, la única manera de tener un sentido de la vida de miras hacia adelante, con lo importante en el presente y en atención a los resultados del pasado, pero sin dejar de observar y analizar.

Empleando sistemas de seguridad tecnológica adaptados a las necesidades de cada organización, en orientación estratégica frente a los riesgos particulares que afronta, de la mano de líderes competentes y dispuestos a manejar eficaz y eficientemente cada situación o problema, habrá resultados más positivos en el logro de los objetivos.

No desperdiciemos tiempo, el dinero vale, ciertamente, pero los días, las horas y los minutos cuestan mucho más cuando se deja de hacer o se deja pasar, pues los riesgos siempre seguirán estando allí.