Por ✍????: José Ignacio Caballero, Especialista en Seguridad Física (@menteprotectiva)
A casi dos años desde que entramos en una nueva era de amenazas biológicas con la propagación del SARS-CoV-2, la integración del mundo digital ha ido abarcando muchos más espacios en la vida del hombre.
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Aun cuando esta nueva amenaza se suma a las ya muchas otras existentes, la seguridad pasó a ser una prioridad para las actividades que requieren continuar; aquellas que son vitales y que sin ellas la supervivencia se volvería un caos.
Allí es donde la tecnología y los avances de la ciencia forman un abanico de productos y de ideas novedosas que ofrecen “solucionar” distintos problemas, en lo cotidiano, así como en aquellos casos muy puntuales para el sector comercial e industrial.
La robótica, por ejemplo, lleva unas cuantas décadas tratando de mejorar los procesos automatizados de las fábricas como los sistemas biónicos en otros sectores, tal es el caso de la salud a través de prótesis, o en la obtención de imágenes médicas y la realización de cirugías. Sin embargo, el área de defensa y de seguridad pública para algunos Estados siguen siendo fuertes segmentos consumidores del desarrollo tecnológico.
Espacios necesarios de cultura digital
Todos estos avances requieren y/o demandan ampliar los medios educativos y de formación técnica para entender y adentrarse en un nuevo modelo de vida y cotidianidad, cultural, social y económica. Para ello la comunicación ha revolucionado su poder de difusión al masificar en una forma más rápida y con menos recursos la información. El internet, la comunicación satelital u otras señales más simples de conexión que permiten a grupos de personas estar interconectadas, hoy son la herramienta principal de un espacio digital para la humanidad.
Sistemas de seguridad, domótica, software, entre otros, también son blancos de ataques por una nueva oleada de epidemias digitales. El cibercrimen, hacking, la delincuencia cibernética y fallos tecnológicos se han fortalecido aumentando su poder de daño a la par del covid-19.
Escuelas cerradas, universidades e institutos educativos adaptados a una nueva realidad de enseñanza y experiencia de comunicación virtual, se ven obligados a reinventarse sobre cuestiones de fondo que deben responder a algunas preguntas como: ¿Cuál es el nuevo tipo de alumno? ¿Qué objetivo o cuáles temas privan en la educación post pandemia? y el más importante, creo: ¿El resultado de lo que se aprenda o educación recibida cumplirá efectivamente con el aspecto ético?
El interés en aprender nuevas tecnologías se podría convertir en un nicho de oportunidades para pugnas de carácter ideológico y rivalidades sociales o políticas anidadas en un entorno violento, en donde la sociedad, cada vez más abatida, va cediendo espacios mientras le hace frente a un virus o enfermedad que todavía la ciencia no descubre o no quiere hallar su total cura.